Ganadora en el Festival de Ciné de Oberá nos muestra el viaje de Nina y Lourdes. La primera una joven misionera que trabaja con su madre, en el campo. La segunda, vende medias en el medio de Encarnación, Paraguay. Ambas son engañadas, con promesas de un trabajo próspero para ayudar a sus familias y poder asistir a la escuela en Capital Federal, para terminar siendo vendidas como esclavas y prostitutas infantiles.
Vaccaro, decide centrar su mirada en la evolución del engaño, siguiendo el paso a paso, más que mostrar la crueldad del fin para crear concientización. No apela al golpe bajo ni al mensaje didáctico más tradicional, sino a registrar como cualquiera puede ser inocente y víctima. Por esto mismo, toma un camino suave y sutil, pero a la vez con un discurso director fácil de entender, sin obviedades ni subrayados.
A pesar de haber sido grabada con pocos recursos, el nivel visual es impecable, y la creación de personajes totalmente verosímil. Es un acierto poder mezclar no actores con profesionales como Daniel Valenzuela (pobre, otra vez interpretando al villano).
Avalada por una gran investigación previa, haber apelado a la ficción en vez de al documental, es un acierto, ya que crea un mayor atractivo para llegar al público joven. Si bien se trata de un drama, podríamos decir que tiene una tensión subyacente constante, digna del mejor de los thrillers. La película genera malestar, ya que dada una voz en off anticipatoria que nos va adelantando parte de la información, podemos ir previendo, imaginando el destino final de las protagonistas. Personalmente, deseaba que terminara pronto, porque (si bien no cae en golpes bajos o imágenes explícitas), intuía donde iba a terminar todo, y no deseaba confirmarlo.
De visión imprescindible en escuelas e institutos.
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